sábado, 9 de febrero de 2008

Intuición y Ciencia

A mediados de 1996, un miembro de un grupo de yahoo me criticó fuertemente por NO usar la intución como método o camino para encontrar respuestas a mis preguntas y cuestionamientos sobre la naturaleza, la realidad y otros temas. En ese entonces respondí lo que a continuación describo en esta columna.


¿Cómo veo la intuición?

Imaginemos que deseamos colocar una piedra de unos 200 gramos de peso a unos 200 metros del lugar donde la tenemos.

Conocemos las coordenadas del lugar donde debemos colocarlo, pero desconocemos como llegar hasta allá debido a la existencia de obstáculos naturales que nos impiden ver el destino (árboles, cañadas, etc).
Podemos lanzar la piedra con los elementos de que disponemos, digamos una catapulta o simplemente nuestro brazo. A este le llamaré el método 1.

Es muy probable que al aplicarlo fallemos en nuestro intento, que al hacerlo tengamos errores de apreciación, como quizás la fuerza que debemos usar, el ángulo y la orientación a las que debemos lanzar la piedra. Pero es un método rápido.

Otro método, al que llamaré método 2, es preguntar cómo llegar hasta allá o quizás
investigar el terreno circundante, llevar la piedra con nosotros, atravesar varios obstáculos, recorrer quizás caminos cerrados para regresar por nuestros pasos, pero sin abandonar nuestro propósito de llegar caminando hasta el sitio donde debemos depositar la piedra. Es un método largo, tardado y probablemente cansado. Pero el resultado tendrá menos errores que el de lanzar la piedra.

Para mí el método 1 es el de la intuición, y el método 2 es el de la ciencia.

Si usamos ambos métodos un número grande de veces y comparamos los resultados, muy probablemente encontremos que el método 1 tendrá muchas fallas y quizás unos pocos aciertos, mientras que el método 2 tendrá prácticamente un 100% de éxitos.

Esto se puede ver en el deporte del golf. En efecto hay algunos pocos jugadores que dan "hoyo en uno", pero son mucho más los jugadores que deben dar varios golpes y recorrer todo el camino para llegar al objetivo de introducir la pelotilla en el hoyo. El "tiro perfecto" es más obra de la casualidad que de un entrenamiento o conocimiento del terreno.

Quizás si se considera que algunas veces podemos atinar a nuestro objetivo con el método de la intuición, podamos caer en la tentación de usarla para todo propósito. Aun más, si este método es sencillo y rápido, nos puede convencer fácilmente de sus bondades.


Sin embargo, debemos aceptar que al hacerlo, podemos cometer errores con mucha frecuencia, y que éstos pueden ser muy grandes. ¿Por qué seguirla usando y no usar el método de la ciencia para llegar a las nuestro objrtivo con exactitud?

Porque en primer lugar no somos máquinas, somos seres sensibles cuyos sentimientos se involucran al tomar decisiones. Nos sentimos mejor cuando la realidad es como queremos que sea, y quisiéramos que para llegar a su entendimiento los métodos fueran fáciles, sin trabajo, sin esfuerzo. Nos gustaría que no tuviésemos que recorrer esos caminos desconocidos, paso a paso. Nos gustaría que las rutas a seguir no tuviesen obstáculos, no tuviesen errores, no tuviesen fallas.


En segundo lugar, cuando la realidad se aparta de cómo la imaginamos y si además para conocerla se nos pide que sigamos caminos sujetos a la crítica de otros, cuando sabemos que la frustración es parte del precio a pagar por entenderla, entonces es cuando desarrollamos los prejuicios, nuestros bien amados auto-engaños, nuestras medidas de cerrazón ante las evidencias; es cuando buscamos la culpa de nuestras frustraciones en las condiciones externas a nosotros y cuando nos sentimos a gusto con otros que sienten más o menos lo mismo que sentimos, con quien nos consolamos mutuamente. Pretendemos que nuestra manera grupal de pensar es "universal y única". Incluso hay quienes desarrollan sentimientos de animadversión hacia quienes piensan en direcciones diferentes (como es el caso de las sectas fundamentalistas).


En tercer lugar, la mente humana es bastante sugestionable. Si caemos en la cuenta de que nuestra intuición nos falló, podemos culpar a otros de nuestras fallas, podemos decir que somos víctimas de las circunstancias y que siempre supimos la verdad. Podemos imaginarnos un gran complot que atenta contra nuestros objetivos. Si lo decimos muchas veces podemos llegar a convencer a nuestra mente de que esa es la razón de nuestras aparentes fallas, que hemos sido engañados por otros, que hay que eliminar a esos que se oponen a nosotros... en fin, la colección de este tipo de pseudo-razonamientos es grande.
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Pero, admito que a veces uso la intuición, consciente de que sus alcances son restringidos, y de que si el resultado obtenido no es adecuado, siempre tengo el otro camino.
¿Cuándo uso la intuición? Por ejemplo cuando me enfrento a situaciones potencialmente peligrosas y no dispongo de tiempo para obtener evidencias objetivas.

Al caminar por una calle oscura y encontrarme de frente con varios sujetos de aspecto amenazante, prefiero no obtener evidencias objetivas, prefiero no preguntar sus intenciones, prefiero confiar en mi intuición que me dice ¡sal corriendo de ahí! En casos como este no me importa si mi juicio falló o si me acerqué a la verdad. En estos casos prefiero pensar que abrazar mi prejuicio era mejor que mantener mi intención de saber más del asunto.


Finalmente un sano equilibrio entre ambas formas de abordar un problema puede ser una solución aceptable. Recurrir a la intuición (o sentido común, o recuerdos de experiencias pasadas, o seguir los consejos aprendidos, como se le quiera llamar) en momentos en los que el tiempo es determinante, en los que la rapidez de procesamiento es vital. Recurrir a la razón, al método de la ciencia cuando no hay prisa, cuando deseamos más que rapidez, exactitud en nuestras conclusiones, veracidad en nuestras afirmaciones y consistencia en nuestras predicciones.

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