jueves, 8 de mayo de 2008

El Ornitorrinco, raro por fuera, raro por dentro


Cuando era apenas un crío de unos 7 u 8 años, me enteré que existía un animal que tenía pico de pato, cola de castor y garras ponzoñosas, que además ponía huevos y amamantaba (bueno, alimentaba con leche, más propiamente) a sus crías. Parecía hecho de pedazos de varios animales, ave, mamífero y reptil en uno sólo. Su nombre era extraño también: Ornitorrinco.

Bueno, muchos años después, un grupo de científicos por fin resuelve el misterio, mirando al más profundo interior genético del Ornitorrinco: Tiene genes de ave, mamífero y reptil, una amalgama que refleja importantes ramificaciones y transiciones en la evolución.


La investigación se describe en la edición del jueves de la revista Nature por un grupo de casi 100 científicos liderado por Wesley C. Warren, un genetista en la Universidad de la Escuela Universitaria de Medicina de Washington en San Luis. El único objeto del estudio fue una ornitorrinco hembra llamada Glennie, residente de la estación Glenrock en Nueva Gales del Sur, Australia, cuyo ADN fue recopilado y analizado.

En el mapa genético del ornitorrinco, los científicos encontraron que su genoma contiene aproximadamente 18,500 genes, similar a otros vertebrados y cerca de dos tercios del tamaño del genoma humano. El Ornitorrinco comparte el 82 por ciento de sus genes con el humano, el ratón, el perro, la zarigüeya y el pollo.

Otra parte importante de la genética de este monotrema está en la familia de genes que lo ligan a los reptiles (como poner huevos, vista y generación de ponzoña). La parte memífera de su genética le hace producir leche, aunque no a través de pezones o mamas sino como una especie de sudoración nutritiva desde la piel de su abdomen.

El análisis muestra que el ornitorrinco tiene genes de la familia de proteínas de la leche llamada caseína, que están mapeados junto a un grupo que coincide con la de los seres humanos. Esta es una señal de que una de las innovaciones genéticas que condujo a la elaboración de leche ocurrió hace más de 166 millones de años.

La investigación en genética no sólo ha comprobado lo que los naturalistas habían identificado,
a simple vista, hace más de un siglo, sino que también ha dado pistas para rastrear algunos desarrollos evolutivos en la historia de animales que comparten la genética con este extraordinario animal.

La noticia original en Nature puede verse aquí. La nota base del NY Times puede verse acá. Si estás suscrito a Nature, puedes ver el trabajo completo acá.


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