jueves, 14 de mayo de 2009

La ciencia del vudú, o cómo el miedo te puede enfermar

No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.

Alejandro Dumas

Desde New Scientist

Por Helen Pilcher

Traducción y comentarios: KC



Comentario inicial


Hace algunos días mencioné que era mi opinión que nadie se muere de miedo y que difícilmente el miedo mata a la gente en números mayores que los que matan los virus. Hasta hoy no he sabido de fuentes de estadísticas de mortandad por una causa llamada "miedo". Sin embargo, eso no quiere decir que el miedo no afecte a quien lo siente. De esto se trata este interesante artículo que arroja luz sobre esta zona oscura de nuestra mente: La zona del vudú.


A altas horas de la noche en un pequeño cementerio de Alabama, Vance Vanders tuvo un encuentro con el médico brujo local, quien abrió una botella con un líquido de olor desagradable enfrente de su cara, y le dijo que estaba a punto de morir y que nadie podía salvarlo.

De vuelta a casa, Vanders se recostó y comenzó a deteriorarse. Unas semanas después, demacrado y cerca de la muerte, fue ingresado en el hospital local, donde los médicos no pudieron determinar la causa de sus síntomas o su lento declive. Sólo entonces su mujer le dijo a uno de los médicos, Drayton Doherty, del hechizo.

Doherty lo pensó largo y tendido. A la mañana siguiente, pidió que la familia de Vanders se colocara junto a su cabecera. Él les dijo que la noche anterior había atraído al médico brujo de vuelta al cementerio, donde le había apretado la garganta contra un árbol hasta que explicara cómo funcionaba la maldición. El médico brujo, dijo, había frotado huevos lagarto en el estómago de Vanders, que se incubaron dentro de su cuerpo. Uno de esos reptiles permanecía dentro, y se estaba comiendo a Vanders desde ahí.

La Gran Ceremonia

Doherty convocó entonces a una enfermera que, por acuerdo previo, había llenado una jeringa grande con un potente emético. Con gran ceremonia, inspeccionó el instrumento e inyectó su contenido en el brazo de Vanders. Unos minutos más tarde, Vanders empezó a vomitar en forma incontrolable. En medio de la batahola, inadvertido por todos en la sala, Doherty produjo su pieza de resistencia - un lagarto verde que había escondido en su bolso negro. "Mira lo que ha salido de usted, Vance", exclamó. "La maldición vudú se levanta".

Vanders pidió una dosis doble, se recostó en su cama, y luego cayó en un sueño profundo. Cuando se despertó al día siguiente estaba alerta y voraz. Recuperó rápidamente su fuerza y fue dado de alta una semana después.

Los hechos de este caso sucedido hace 80 años fueron corroborados por cuatro profesionales de la medicina. Quizá lo más destacable de todo es que Vanders sobrevivió. Existen numerosos casos documentados de muchas partes del mundo sobre personas que mueren después de ser maldecidos.

Sin registros médicos y sin resultados de autopsias, no hay forma de estar seguro de cómo estas personas llegaron a su fin. El hilo común en estos casos, sin embargo, es que una figura respetada lanza una maldición sobre alguien, tal vez cantando o apuntando un hueso hacia ellos. Poco después, la víctima muere, al parecer por causas naturales.

Vudú Nouveau

Se podría pensar este tipo de cosas son cada vez más raras, y que se limitan a las tribus remotas. Sin embargo, según Clifton Meador, un médico en la Escuela de Medicina Vanderbilt en Nashville, Tennessee, que ha documentado casos como el de Vanders, la maldición ha asumido una nueva forma.

Tomemos a Sam Shoeman, que fue diagnosticado en fase terminal con cáncer de hígado en el decenio de 1970 y se le había pronosticado sólo unos meses de vida. Shoeman murió en el plazo pronosticado, pero la autopsia reveló que su médico se había equivocado. El tumor era pequeño y no había difusión. "Él no murió de cáncer, sino de creer que se estaba muriendo de cáncer", afirma Meador. "Si todo el mundo te trata como si te estuvieras muriendo, de seguro te compras la idea. Todo en tu vida girará sobre la muerte."


Él no murió de cáncer, sino de creer que se estaba muriendo de cáncer

Casos como el de Shoeman pueden ser ejemplos extremos de un fenómeno mucho más generalizado. Muchos pacientes que sufren efectos secundarios perjudiciales, por ejemplo, podrían tenerlos sólo porque les ha dicho que deben sentirlos. Es más, las personas que creen que tienen un alto riesgo de ciertas enfermedades son más propensos a padecerlas que las personas con los mismos factores de riesgo que creen que tienen un bajo riesgo. Parece que los brujos modernos visten de bata blanca y usan estetoscopios.

El efecto nocebo (nocivo)

La idea de que cuando crees que estás enfermo te puede hacer mal, puede parecer exagerada, pero rigurosos ensayos han establecido más allá de toda duda de que lo contrario es cierto - el poder de la sugestión puede mejorar la salud. Esto es el conocido efecto placebo. Los placebos no pueden hacer milagros, pero sí producen efectos físicos mensurables.

El efecto placebo tiene un gemelo maligno: el efecto nocebo, en el que las píldoras ficticias y expectativas negativas pueden producir efectos nocivos. El término "nocebo", que significa "dañino" (o nocivo, en castellano), no se acuñó hasta 1960, y el fenómeno ha sido mucho menos estudiados que el efecto placebo. No es fácil, después de todo, obtener la aprobación ética para la realización de estudios encaminados a hacer que la gente se sienta peor.

Lo que sí sabemos sugiere que el impacto del nocebo es de largo alcance. "La muerte vudú, si es que existe, puede representar una forma extrema del fenómeno nocebo", dice el antropólogo Robert Hahn de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta, Georgia, quien ha estudiado el efecto nocebo.

Amenazas a la vida

En los ensayos clínicos, alrededor de una cuarta parte de los pacientes en los grupos de control - a los que les suministran terapias inertes - experimentan efectos secundarios negativos. La gravedad de estos efectos secundarios a veces coincide con los correspondientes a las drogas reales. Un estudio retrospectivo de 15 ensayos que incluían a miles de pacientes con prescripción de betabloqueantes o bien un control mostró que ambos grupos informaron de efectos secundarios en niveles comparables, incluida fatiga, síntomas depresivos y la disfunción sexual. Un número similar había tenido que retirarse de los estudios a causa de estos.

Ocasionalmente, los efectos pueden ser una amenaza para la vida (véase "La sobredosis"). "Las creencias y las expectativas no sólo son fenómenos lógicos, conscientes, sino también tienen consecuencias físicas", dice Hahn.

Los efectos nocebo también se observan en la práctica médica habitual. Alrededor del 60 por ciento de los pacientes sometidos a quimioterapia comienzan a sentirse enfermos antes de su tratamiento. "Puede ocurrir días antes o en el trayecto al hospital", dice Guy Montgomery, psicólogo clínico de la Escuela de Medicina Monte Sinaí de Nueva York. A veces, el simple pensamiento del tratamiento o la voz del médico es suficiente para hacer que los pacientes se sientan mal. Estas "náuseas anticipadas" pueden deberse en parte al condicionamiento - cuando los pacientes subconscientemente enlazan una parte de su experiencia con náuseas - y en parte debido a la expectativa.

Contagioso

En forma alarmante, el efecto nocebo puede ser incluso contagioso. Casos en donde los síntomas sin una causa identificable se propagan a través de grupos de personas han existido por siglos, y representan un fenómeno conocido como enfermedad psicógena masiva. Uno de estos brotes (ver "Es contagioso") inspiró un reciente estudio realizado por psicólogos Irving Kirsch y Giuliana Mazzoni de la Universidad de Hull en el Reino Unido.

Pidieron a algunos miembros de un grupo de estudiantes inhalar una muestra de aire normal, la cual a todos los participantes se les dijo que contenía "una toxina sospechosa del medio ambiente", asociada con dolor de cabeza, náuseas, picor en la piel y somnolencia. La mitad de los participantes también vieron una mujer inhalar la muestra y desarrollar estos síntomas, sólo en apariencia. Los estudiantes que inhalaron la muestra tuvieron más probabilidades de presentar estos síntomas que los que no lo hicieron. Los síntomas fueron también más pronunciados en las mujeres, en particular aquellas que habían visto a otra enfermarse en apariencia - un sesgo observado también en la enfermedad psicógena masiva.

El estudio muestra que si oyes u observas un posible efecto secundario, tienes más probabilidades de desarrollarlo por ti mismo. Eso pone a los médicos en una situación difícil. "Por un lado las personas tienen derecho a ser informado acerca de qué esperar, pero esto hace que sea más probable que se experimenten estos efectos", dice Mazzoni.

Catch 22 (ciclo vicioso)

Esto significa que los médicos deben elegir sus palabras cuidadosamente para reducir al mínimo las expectativas negativas, dice Montgomery. "Todo reside en cómo lo dicen".

La hipnosis también puede ayudar. "La hipnosis cambia las expectativas, lo que disminuye la ansiedad y el estrés, lo cual a su vez mejora los resultados", dice Montgomery. "Creo que la hipnosis podría aplicarse a una amplia variedad de síntomas en los que que la expectativa juega un papel importante".

¿Es la escala del problema nocebo lo suficientemente grave como para justificar contramedidas? Simplemente no lo sabemos, porque muchas preguntas permanecen sin respuesta. ¿En qué circunstancias se producen efectos nocebo? ¿Y cuánto tiempo duran los síntomas?

Parece que, al igual que con la respuesta placebo, los efectos nocebo varían ampliamente, y puede depender en gran medida del contexto. Los efectos placebo a menudo son mucho más potentes en los montajes clínicos que los provocados en el laboratorio, dice Paul Enck, un psicólogo en el Hospital de la Universidad de Tübingen, Alemania, lo que sugiere que el problema nocebo puede tener efectos profundos en el mundo real. Por razones obvias, sin embargo, los experimentos de laboratorio están diseñados sólo para inducir síntomas nocebo leves y temporales.

Consecuencias reales

Tampoco está claro quienes son susceptibles. El optimismo o pesimismo de una persona puede desempeñar un papel, pero no hay predicciones consistentes de personalidad. Ambos sexos pueden sucumbir a la enfermedad psicógena masiva, aunque las mujeres reportan más síntomas que los hombres. Enck ha demostrado que en los hombres la expectativa, en lugar del condicionamiento, tiene más probabilidades de influir en los síntomas nocebo. Para las mujeres, lo contrario es cierto. "Las mujeres tienden a operar más sobre las experiencias del pasado, mientras que los hombres parecen más reticentes a considerar la historia en una situación", dice.

Lo que está quedando claro es que al parecer estos fenómenos psicológicos tienen consecuencias muy reales en el cerebro. Utilizando exploraciones PET para observar los cerebros de las personas a quienes se les administró un placebo o un nocebo, Jon-Kar Zubieta, de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, mostró el año pasado que los efectos nocebo estaban relacionados con una disminución de la dopamina y la actividad de los opioides. Esto explicaría cómo los nocebos pueden incrementar el dolor. Los placebos, como era de esperarse, produjeron la reacción opuesta.

Mientras tanto, Fabrizio Benedetti de la Escuela de Medicina de la Universidad de Turín en Italia ha descubierto que el dolor inducido por nocebos puede ser suprimido por una droga llamada proglumide, que bloquea los receptores de una hormona llamada cholecystokinin (CCK). Normalmente, las expectativas de dolor inducen ansiedad, lo que activa los receptores de CCK, aumentando el dolor.

Causa última

La causa última del efecto nocebo, sin embargo, no es la neuroquímica sino las creencias. Según Hahn, a menudo los cirujanos son quisquillosos al operar a personas que piensan que van a morir - porque estos pacientes lo suelen hacer. Y la mera creencia de que uno es susceptible a un ataque al corazón es en sí misma un factor de riesgo. Un estudio encontró que las mujeres que creen que son particularmente propensas a ataques al corazón tienen casi cuatro veces más probabilidades de morir a causa de condiciones coronarias que otras mujeres con los mismos factores de riesgo.

A pesar de la creciente evidencia de que el efecto nocebo es muy real, es difícil en esta época racional aceptar que las creencias de la gente les pueden matar. Después de todo, la mayoría de nosotros se ríe si un hombre vestido extrañamente saltó agitando un hueso y nos dijo que íbamos a morir. Sin embargo, imagina cómo te sentirías si te dice lo mismo un elegante doctor ataviado con un arsenal de diplomas médicos y con una computadora llena de datos clínicos y de resultados de análisis de laboratorio. El entorno social y cultural es crucial, dice Enck.

Meador sostiene que el diagnóstico erróneo de Shoeman y las posteriores muertes comparten muchos de los elementos esenciales que se encuentran en la maldición de muerte. Un poderoso médico pronuncia una sentencia de muerte, que es aceptado incondicionalmente por la "víctima" y su familia, quienes luego comienzan a actuar en esa creencia. Shoeman, su familia y sus médicos todos creían que estaba muriendo de cáncer. Se convirtió en una profecía autocumplida.

Nada místico

"Malas noticias promueven mala fisiología. Creo que se puede persuadir a las personas de que van a morir y que esto ocurra realmente", dice Meador. "No creo que haya algo místico sobre esto. Estamos incómodos con la idea de que las palabras o acciones simbólicas pueden causar la muerte, porque es un reto a nuestro modelo biomolecular del mundo".

Tal vez cuando la base biomédica de la muerte vudú se revele en detalle será más fácil aceptar que es real - y que puede afectar a cualquiera de nosotros.

Editorial: Rompiendo el hechizo vudú



La sobredosis

Deprimido después de la separación con su novia, Derek Adams tomó todas sus píldoras... a continuación, se arrepintió. Temiendo que pudiera morir, pidió a un vecino para llevarlo al hospital, donde se derrumbó. Débil, pálido y con sueño, su presión arterial bajó y sus respiraciones aumentaron rápidamente.

Sin embargo, pruebas de laboratorio y toxicología no daban muestras de nada tóxico. Durante las siguientes 4 horas Adams recibió 6 litros de solución salina, pero mejoraba poco.

Luego llegó un médico del grupo de ensayo clínico de un antidepresivo en el que Adams había estado tomando parte. Adams se había inscrito en el estudio un mes antes. Inicialmente se había sentido alentado en su estado de ánimo, pero una discusión con su ex novia lo llevó a tragar los
29 comprimidos restantes.

El médico reveló que Adams estaba en el grupo control. Las pastillas que había ingerido en su "sobredosis" eran inofensivas. Al escuchar esto, Adams se mostró sorprendido y derramó lágrimas de alivio. En los 15 minutos siguientes estuvo totalmente alerta, y su presión sanguínea y ritmo cardíaco habían vuelto a la normalidad.



Es contagioso

En noviembre de 1998, una profesora de una escuela secundaria de Tennessee notó un olor "como de gasolina", y comenzó a quejarse de dolor de cabeza, náuseas, dificultad para respirar y mareos. La escuela fue evacuada y durante la siguiente semana más de 100 funcionarios y estudiantes fueron admitidos en la sala de emergencias quejándose de síntomas similares.

Después de extensas pruebas, no se encontraron explicaciones médicas para los síntomas reportados. Un mes más tarde un cuestionario reveló que la mayoría de las personas que informaron de síntomas fueron mujeres, y gente que había conocido o visto a un compañero de clase que estaba enfermo. Fue el efecto nocebo a gran escala, dice el psicólogo Irving Kirsch en la Universidad de Hull en el Reino Unido. "No hubo, en la medida de lo que podemos decir, toxinas en el medio ambiente, pero la gente comenzó a sentirse mal."

Kirsch considera que ver a un compañero de clase desarrollar síntomas de la enfermedad creaba la expectativa en otros chicos, provocando la enfermedad psicógena masiva. Los brotes se producen en todo el mundo. En Jordania en 1998, 800 niños al parecer sufrieron los efectos secundarios después de la vacunación y 122 fueron admitidos al hospital, pero no se encontró ningún problema con la vacuna.



Comentario final

Lo que muchos intentos conspiranoicos claman a los tres ejes coordenados es que tanto la crisis económica mundial como la reciente declaración de pandemia por el virus AH1N1, es que "alguien" nos está metiendo miedo. Incluso que el miedo en la sociedad es lo que buscan los "poderes ocultos" o no tan ocultos como los gobiernos (simple y llano terrorismo informático). Como se puede ver en este artículo, los investigadores serios en los campos de la psicología y la neurología han recopilado estudios en los que el efecto nocebo (nocivo) es considerable, pero se trata de aplicaciones directas y puntuales que distan un tanto de lo que son las medidas de prevención como los cercos sanitarios y las evacuaciones de la población. En última instancia, el conocimiento de la realidad y no las creencias es lo que salva a cualquiera de caer en este efecto.


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