lunes, 26 de julio de 2010

El triángulo dramático: sus bases

Creía que un drama era cuando llora el actor, pero la verdad es que lo es cuando llora el público.


Frank Capra



Esta frase de míster Capra refleja el verdadero drama de la vida, que es cuando una involuntaria puesta en escena de un falso drama es capaz de traer a su ámbito a gente que, de otra forma, sólo sería un espectador no activo.


Me refiero, por supuesto a este juego dramático conocido como Triángulo del Drama. También es conocido como Triángulo de Krapman. El Dr. Stephen B. Karpman, en abril de 1968, escribió lo que él llamo “Análisis del Libreto Dramático” que según él lleva grabado la gente en su programación neuronal (lo cual es bastante dudoso, y más bien parece que se aprende viendo a otros desempeñando ese libreto). Este consiste básicamente en tres papeles psicosociales que interpreta la gente. Son El Salvador, La Victima y el Perseguidor, formando un triangulo que puede ser realmente trágico, ya que al final de la interpretación de estos papeles frecuentemente la gente se siente frustrada, enojada y amargada, amargando la existencia de los demás (ver: http://psicologiaaldesnudo.nireblog.com/post/2008/03/04/el-triangulo-tragico-de-karpman).


¿Por qué en este espacio dedicamos una entrada a este tema? Por varias razones, siendo la principal que mucha gente que suele debatir temas candentes como política o adelantos científicos parece estar desempeñando este libreto, pues lejos de enfocarse en el tema, generalmente se victimiza y busca culpables o bien se centra en descalificaciones personales durante el debate. Y me parece conveniente tener un modelo que permita descubrir sus intentos dramáticos para no involucrarnos en ese nivel de discusión.


Otra razón es una preocupación personal por saber qué tanto influye este Triángulo de Karpman en la conceptualización popular de "la realidad" política del país, O para el caso de cualquier realidad.


La primera vez que supe de este triángulo fue en un curso que impartió el genial Dr. Octavio Rivas. El concepto me cautivó pues significaba un modelo simple para explicar el por qué la gente intenta rehuir sus responsabilidades reales enmedio de un despliegue de dramatismo, por el sólo objetivo de justificar su papel.


El problema de quien está dentro de ese triángulo dramático, decía el buen Octavio, es que piensa que ESO es la realidad, que siempre hay un perseguidor, una víctima y un salvador, que de cualquier forma se encontrará en alguno de esos vértices, que es válido buscar posicionarse de cualquiera de estos tres papeles.


El libreto de ese drama triangular, por desgracia, no se aprende en la escuela sino en la vida diaria, en los ambientes familiares cuando se ponen en práctica los valores, cuando se trasluce en los medios masivos de comunicación, en los noticieros y en los periódicos. Desde que somos niños se nos enseña (a través del ejemplo) que ser "víctima" tiene sus beneficios, pero que cambiar de víctima a salvador tiene más beneficios, y de salvador a perseguidor, aún más. Lo trágico es que esos beneficios son ficticios, en la medida de lo ficticio del libreto desempeñado. Por ello es que al final, aunque parezca que alguien se ha posicionado por sus méritos en el papel escogido, se queda solitario y con un mal sentimiento de frustración. Cuando no hay forma de salir de ese triángulo, la gente a veces opta por cambiar de papel.


Los papeles


La Victima: Generalmente siente que la tratan mal, piensa que todos abusan de “su nobleza”, se percibe incapaz. Muchas de las veces “se hace” o finge ser victima, es decir “se tira al suelo para que otro la levante”. Sus frases típicas son, “eso yo no puedo”, “yo no soy bueno para eso”, “hazme tu esto, tú eres bueno en eso”, “me resulta imposible”, “quisiera morirme de la pena” o “todo yo, solo yo, nomás a mí, me exigen, piden, obligan etc.”.


Su sentimiento crónico es de tristeza; puede meterse horas en su recamara, “tristeando”, “rumiando sus situaciones miserables o penosas”, puede quedarse hundida en un sillón o en la cama viendo la tele por tiempo indefinido. Sus pláticas van siempre pintadas de pesimismo, de quejas y melancolía. (Si se quiere abundar mas sobre este papel se puede buscar el libro “De Victima a Triunfador” de Victor Ramírez Mota).


El Salvador: Es un papel que interpreta la gente mucho menos que el anterior, pero que también se da dentro de las familias y lo podemos encontrar en la escuela y en la oficina. Es típico de las personas que tratan de ayudar, auxiliar, apoyar en todo a las demás personas que siente que lo necesitan; Les aconseja aunque no le hayan pedido ningún consejo. Sus frases típicas son: “yo sé, déjame hacerlo por ti”, “yo sé lo que sientes con todo esto…” hazlo así, de lo digo por tu bien” y cosas por el estilo. El problema mayor con este papel es que la persona se indigna si no siguen su consejo o si no le hacen caso en lo que recomienda.


El sentimiento crónico del Salvador es el resentimiento y siempre va impregnado en todos sus consejos y comentarios con un aire de omnipotencia, como si lo pudiera o lo supiera todo. Su ayuda no es tan desinteresada, ni altruista, generalmente va en el sentido de obtener mayor reconocimiento, elogios, premios en caricias a su ego, y si no llegan entonces se resiente aun más. No es tan genuino su deseo de ayuda. La persona que desea ayudar en forma desinteresada es un filantrópico o lo hace en forma anónima y desinteresada.


Si no se hace caso de sus consejos, la persona que ha desempeñado el papel de Salvador suele decir “ya ves, te lo dije…”, “por eso deberías de hacerme caso”. Con esto uno sabe que esta buscando reconocimiento, elogios a su sapiencia. (Si se quiere abundar mas sobre este papel se puede consultar el libro “Cuando Ayudarte Significa Hacerme Daño”, de Carmen Renee Berry.


El Perseguidor: Es un papel que interpreta la gente en mayor cantidad que el Salvador, son personas con actitudes muy rígidas y estrictas en cuanto a la justicia y sus propias creencias. Tienen un sistema de creencias demasiado rígidas, aunque fallan al aplicárselas a sí mismos.


Los perseguidores, pueden ser verbalmente muy agresivos y hasta violentos. Son personas muy insistentes y hasta moralistas, Generalmente están señalando los errores de los demás con su índice, son los que le toman el tiempo al que toma la palabra, el tiempo tarda su pareja en ir de su trabajo a su casa (puede ser el hombre o la mujer). Sus frases preferidas son: “deberías de llegar mas temprano”, “tienes que hacer esto en casa y luego aquello” “debes de enseñarme, platicarme, decirme todo lo que te pase” “nunca debes de esconder, omitir o mentirme, por que te va peor”; los perseguidores suelen estar hostigando, presionando, amenazando, chantajeando, pero estos son estilos y formas diferentes de un mismo rol psicosocial trágico, pues finalmente en sus relaciones resulta un perdedor frustrado. Su sentimiento crónico negativo es el coraje, la ira y la inseguridad. Se puede enfermar de hipertensión arterial, y caer en trastornos de tipo obsesivo compulsivo. Son de las personas que siguen a su pareja para ver a donde va, tiene sus dudas sobre fidelidad o son esas personas que están llamando insistentemente a su pareja para saber donde se encuentra, y con quien esta y no para decirle que le ama.


Estas descripciones fueron tomadas casi íntegramente de: http://psicologiaaldesnudo.nireblog.com/post/2008/03/04/el-triangulo-tragico-de-karpman


En la siguiente entrada intentaré organizar algunos ejemplos en los que es fácil descubrir que se está jugando este juego dramático.

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